¡Hola! Me llamo Esther Oliveros.
He pasado años dedicándome a otras profesiones que me han permitido viajar por todo el mundo y descubrir que, a pesar de las diferencias culturales, todos somos uno.
Ahora, afincada en la sierra de Madrid, compagino mi actividad de profesora de inglés con el desarrollo personal a través del coaching, la meditación, el tantra y los chakras, las clases de yoga y el masaje tailandés. Y escritora.
¿Cómo has llegado hasta aquí? Os preguntaréis…
La vida me fue presentando situaciones cada vez más incómodas, hasta que no me quedó más remedio que sentarme a hablar conmigo misma y escucharme. Tuve que entrar en mi oscuridad, ver mis sombras y abrazarlas.
Este trabajo de sanación personal me llevó a indagar en diferentes técnicas, hasta que llegué al tantra. Ése fue el punto de no retorno: me enseñó que el sufrimiento no es necesario. Y así… pasito a pasito…
Hoy me dejo guiar por la mujer salvaje que habita en mí, soy la bruja que sabe todas las respuestas, la que vive en conexión con el Universo, danzando con la vida todos los días, celebrando la existencia. Vibro en mi poder personal que ahora sí soy capaz de reconocer y transmitir. Honro mi divinidad femenina,, reconozco la divinidad del otro, amando desde la escucha y la comprensión hacia los demás.
Hoy acepto mi tristeza, mi ira, mi ego… Me escucho y me acepto. Con compasión y amor. Desde la consciencia. Es una sensación tan bella que, ¿¡cómo guardarla para mí!?
Ahora puedo y deseo compartir esa experiencia y conocimientos adquiridos a través de mi proceso personal y de los cursos de formación que he hecho en los últimos años.
Gracias por estar aquí, participando de este proyecto, acompañándome en este nuevo camino que estoy creando desde el corazón.
Aprovecho para invitaros a compartir también vuestras enseñanzas y vivencias. Podéis poneros en contacto conmigo para unir nuestros corazones y vibrar más alto con nuestro trabajo en común.
Un abrazo
¡Hola! Me llamo Brunhilde Román Ibáñez
«Cuando me despierto Gandhi medito y busco la libertad para todos los seres humanos, otros días me miro en el ojo de Alexandra David-Neel y veo la majestad del Himalaya. Por las noches, como Sacerdotisa de Inanna hago el amor bajo la luna. Y me divierto. A veces soy más Fausto que Mefistófeles, más cronopio que fama, y más Chiquito que Calzada. O al revés. Y en días como éste no sé quién soy pero danzo desnuda. Y lo demás carece de importancia.
¡Hola! Me llamo Laura Enim
Enamorada de la Naturaleza, tanto del entorno como del ser humano, la plasmo gracias a mi compañera incansable: mi cámara de fotos. Empecé en el mundo de la fotografía cuando mi abuelo me enseñó el revelado analógico. Desde entonces la cámara es una extensión de mi brazo. A través de su objetivo consigo entrar en el alma que tengo frente a mí: leer sus emociones, recorrer su piel, honrar sus heridas y celebrar su felicidad…
Y así, con mi mirada amorosa inmortalizar su esencia en este arte fotográfico.